Queer ¿Qué es eso?
Algunas personas le sumaron la “Q” a la sigla LGBTI. ¿A qué se refiere esta letra y qué tan válida es incluirla ahí?
La sigla LGBT, la cual se utiliza desde la década de los 90 para referirse a las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgeneristas, cada vez le suman más letras.
La sigla LGBT, la cual se utiliza desde la década de los 90 para referirse a las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgeneristas, cada vez le suman más letras.
Una de las más recientes en llegar fue la “I” que agrupa a las personas intersexuales o aquellas que nacieron con órganos genitales tanto masculinos como femeninos.
No son pocos los que afirman que la intersexualidad (comúnmente llamada hermafroditismo) es una condición física que poco tiene que ver con las orientaciones sexuales e identidades de género diversas reunidas en la sigla LGBT. No obstante, desde hace algunos años un buen número de personas habla de población LGBTI.
Desde hace unos años se ha empezado hablar de lo QUEER; la ultima letra añadida a la Sigla LGBTIQ. Pero ¿qué es ser queer y qué tan válido es utilizar la “Q” en dicha sigla?
En el ensayo “Queer: historia de una palabra”, la filósofa española Beatriz Preciado señala: “desde su aparición en el siglo XVIII en lengua inglesa, queer servía para referirse al tramposo, al ladrón, al borracho y a la oveja negra, pero también a todo aquel que no pudiera ser inmediatamente reconocido como hombre o mujer”. Era una manera de calificar a los hombres afeminados y a las mujeres masculinas.
En la sociedad victoriana (reinado de Victoria I en el Reino Unido entre 1837 – 1901), donde se defendía “el valor de la heterosexualidad”, agrega Preciado, queer era la palabra usada para nombrar a aquellas personas que escapaban de lo heterosexual. Eran queer el maricón, la lesbiana, la travestis, lo friki, la diferente...
No obstante, en menos de dos siglos, la palabra cambió radicalmente de uso. “A mediados de los ochenta, empujados por la crisis del Sida, un conjunto de microgrupos decidió apropiarse de la injuria queer para hacer de ella un lugar de acción política”, afirma.
“Así, ya no era ‘el señorito heterosexual’ el que llamaba al otro ‘maricón’ sino que ahora el marica, la lesbiana y la persona trans se autodenominaban queer. La palabra dejó de ser un instrumento de represión social para convertirse en uno revolucionario”.
Carlos Fonseca y María Luisa Quintero, docentes de la Universidad Autónoma de México, explican en el ensayo “La Teoría Queer: la deconstrucción de las sexualidades periféricas”, que lo queer representa las sexualidades que traspasan las fronteras de lo aceptado socialmente: la vida heterosexual, monógama y entre personas de la misma edad y clase social, entre otros.
¿Personas LGBTIQ?
Así, teniendo en cuenta que lo queer cuestiona lo LGBT, resulta contradictorio hablar de personas LGBTQ. Lo queer no puede ser entendido como una categoría más de esa sigla porque está en contra de estas: busca no encasillarse ni definirse sino vivir en una fluidez constante.
“Los discursos de algunos(as) activistas que trabajan en políticas públicas y reciben un sueldo de las Alcaldías suelen ser estáticos: ‘somos una comunidad de gais, lesbianas, bisexuales y transgeneristas y organizamos plantones’. Y es importante que vayan más allá: que profundicen, por ejemplo, en qué pasa con las experiencias en género y sexualidades que no están dentro de lo LGBT”, afirma García.
Según Marta Cabrera, directora del departamento de Estudios Culturales de la Universidad Javeriana en Bogotá, es peligroso utilizar la expresión “comunidad LGBT” porque ahí no hay ninguna comunidad.
“Eso se presta para que después se llegue a extremos como decir que existe ‘una mafia o una dictadura LGBT’. Lo que sí puede haber son uniones estratégicas entre las diferentes letras”.
Ahora, el término queer no puede entenderse como sinónimo de gay o de homosexual. “Se trata, por el contrario, de resistirse a la tentación de reposar en una identidad. Propone tener una conciencia crítica constante y estar en desarrollo”, agrega Cabrera.
LO QUEER, ADEMÁS, ESTÁ EN CONTRA DE LA NOCIÓN DE LO GAY COMO UNA SOLA COSA: UN PRESUNTO MUNDO DE HOMBRES LINDOS, CON PODER Y QUE VIVEN EN CHAPINERO.







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